domingo, 19 de junio de 2011

Acabó la maldición


Nota: Gabriel Cruz / El Gráfico
Foto: CMLL


El destino puso a la Máscara en el cuadrilátero para cambiar la historia de derrotas que pesaba sobre su familia, y, lo hizo en el escenario más grande de la lucha libre mexicana, la arena México, donde no sólo desenmascaró a Averno sino que se consagró como un luchador estelar en el CMLL.

Fue una victoria que recordó a las batallas sangrientas que hicieron famosos a los Brazos en la década de los ochenta, más, cuando al obtener la rendición final sobre su rival, de los vestidores saltó la dinastía en pleno para festejar, un triunfo que honró la memoria de Shadito Cruz, quien por fin vio a los suyos sonreír con el trofeo del triunfo en sus manos.

Y es que en cada vuelo y castigo, el heredero del Brazo de Oro cobró una a una las afrentas que el destino impuso a sus antecesores; y, el grito de “Máscara, Máscara”, que hacía retumbar las entrañas del coso de la Doctores lo fue guiando por el sendero del éxito.

Averno fue un rival más que digno, un rudo que vendió cara su máscara y estuvo cerca de hacer que la historia lo recordara como el ganador.

Pero la soberbia que mostró semanas antes fue doblegada y tuvo que aceptar el revés: “Perdí ante un gran luchador, pero esto no acaba, yo hice al personaje y tengo la capacidad para seguir en la lucha libre”.

En la esquina rival todo era fiesta, Brazo de Plata, Máximo, Brazo de Oro, Brazo de Platino y Súper Brazo se abrazaban y felicitaban, sabedores que la historia para su apellido empezó a escribir una historia distinta, la sangre nueva de los Alvarado seguirá haciendo de su dinastía, la más grande en el pancracio.

CAMPANAZO QUE SUPO A GLORIA

El preámbulo del combate fue espectacular, con dos presentaciones que hicieron hervir el graderío: Mephisto y Ephesto acompañaron a su líder hasta el cuadrilátero, mientras que Brazo de Oro caminó orgulloso junto a su vástago.

Tras dos caídas rápidas, todo se decidió en la definitiva, con dos guerreros que dejaban el alma sobre el enlonado, y aunque el grito de la tercera palmada se apagó muchas veces en las gargantas de los aficionados, el desenlace no llegaría por esa vía.

Lances por encima de la tercera cuerda, castigos sin piedad, la sangre y el sudor minando los cuerpos de los combatientes, hasta que una Campana perfecta arrancó la rendición del maloso, quien reveló su identidad tras 16 años de luchar profesionalmente, Renato Ruiz gladió primero como Rencor Latino y ahora seguirá su carrera sin la capucha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario